1. Coloca la avena en un recipiente y cúbrela con agua. Deja que la avena se remoje durante al menos 30 minutos, gracias a este paso, se ablandarán los copos de avena y facilitará su procesamiento posterior.
2. Escurre y enjuága bien la avena con agua. Aquí nos aseguramos de eliminar cualquier exceso de almidón o impurezas que puedan afectar el sabor y la textura de la leche de avena.
3. Coloca la avena recien enjuagada en tu licuadora preferida, agrega 4 tazas de agua y la cucharadita de vainilla. Aquí un tip, si prefieres una leche más espesa, reduce la cantidad de agua.
4. Ahora si, licua todo a una velocidad alta velocidad durante aproximadamente 30 segundos o hasta que veas que tienes una mezcla homogenea y sin grumos.
5. Para filtrar la leche de avena y obtener una textura suave, utiliza una bolsa para leches vegetales o un colador muy fino. Coloca el paño o colador sobre un bol limpio y vierte la mezcla de avena y agua sobre él. Luego, exprime con cuidado para extraer toda la leche de avena.
6. Vierte la leche de avena filtrada a una botella o recipiente hermético y guárdala en el refrigerador. Te recomiendo consumirla dentro de los próximos 3-4 días para mantener su frescura y sabor óptimos.

¡Listo! Ahora si tienes tu leche de avena casera lista para disfrutar en tus tés, cafés, cereales o como ingrediente en diversas preparaciones culinarias.